viernes, 21 de noviembre de 2014

El efecto de las palabras en nuestra mente


En esta ocasión, comparto una entrevista muy interesante que refleja varios puntos que complementan mi trabajo, "El poder de las palabras". Disfrutadla.


El efecto de las palabras en nuestra mente

por Eduardo Cortese
El Dr. Alonso Puig es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. 

Entrevista 
al Dr. Mario Alonso Puig. 


ENTRENAR 

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: 
Son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. 

"Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influída por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que entrenar esa mente. 

-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión? 

-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria. 

-¿Psiconeuroinmunobiología? 

      Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos. 

- ¿De qué se trata? 

       Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entretenido en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal. 

- ¿Qué tipo de cambios? 

     Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas. 

- ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios? 

        Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y las endorfinas y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios. 

- ¿Cambiar la mente a través del cuerpo? 

       Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente -no más razonable- llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental. 

- ¿Dice que no hay que ser razonable? 

       Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el por qué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando. 

- Exagera. 

       Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad. 

- Más recursos... 

       La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades. 

-¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras? 

     Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro". 

- ¿Seguro que no exagera? 

        No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos. 

- ¿Hablamos de filosofía o de ciencia? 

     Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%. 

- ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas? 

        Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia. 

- ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? 

        El miedo nos impide salir de la zona de confort; tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.  La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente. Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente. 
https://www.youtube.com/watch?v=5EEEWJObviI&spfreload=10

- Déme alguna pista. 

       Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia. 

- Ver lo que hay y aceptarlo. 

         Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste, persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación. 


"SEAMOS EL CAMBIO QUE QUEREMOS VER EN EL MUNDO" 

M. Gandhi


        Muchos estudios, experiencias y sensaciones propias corroboran cada día el potencial que la palabra tiene en nosotros mismos. Queda patente. Pero, ¿qué hay del efecto que esas palabras, a las que estamos tan habituados y que forman parte de nuestro repertorio diario, provocan en los demás, en las personas más cercanas? ¿Cómo evitarlo?. Vamos a ir más allá, si nuestras palabras afectan tanto a uno mismo y a los demás, ¿cómo utilizar precisamente esto para influir positivamente en el desarrollo de sus capacidades y de su bienestar?. 


jueves, 20 de noviembre de 2014

Pensamiento Positivo



         En muchas ocasiones habremos leído u oído hablar acerca del pensamiento positivo y de todos los beneficios que aporta. Por ejemplo, los efectos de un enfoque positivo ante situaciones adversas, el bienestar que proporciona esta forma de pensar cuando nos habituamos a hacerlo, la búsqueda más efectiva de una solución ante un problema, el aumento de probabilidades para la consecución del éxito, etc. Aunque a veces encontraremos referencias que lo definen como positivismo, este concepto representa una corriente filosófica que poco tiene que ver con el pensamiento positivo y con la forma de ver las situaciones que nos rodean.

      Es importante hacer un inciso acerca de la idea errónea que comúnmente existe acerca del pensamiento positivo.
El pensamiento positivo no se reduce a pensar positivamente sobre hechos que aún no han tenido lugar, o tener pensamientos ilusorios acerca de que todo en esta vida nos va a salir bien (tocarnos la lotería, que nos van a llamar para el trabajo deseado, etc.). El verdadero pensamiento positivo radica en la elección más positiva entre dos o más posibilidades tomadas como opciones, en un caso en el que no conocemos el resultado verdadero o la realidad.

Veamos en qué consiste este tipo de pensamiento.
      Cuando surge una situación de la que desconocemos el resultado o su significado, siempre tenemos dos opciones, pensar positiva ó negativamente. Dentro de este pensamiento positivo, también se incluye el “pensamiento neutro”, es decir, no adelantar hechos no ocurridos hasta que estos tengan lugar, para que seamos objetivos. Pensamiento positivo no es lo mismo que negación de lo negativo. Pensamiento positivo no es incapacidad para ser realista. Pensamiento positivo es simplemente la habilidad de concentrarse en los aspectos buenos y beneficiosos de cada situación, de transformar una situación desventajosa en una productiva. Esta actitud provoca que afrontemos dicha situación con optimismo y con energía, estando más atentos y centrados en realizar la tarea encomendada o resolver la situación desconocida. Tengamos en cuenta en este aspecto, que en este estado, nuestra energía física y mental será mayor, con lo que nuestra vigilia y sentidos estarán más agudizados para llevar a cabo el objetivo propuesto. Es decir, tenemos muchas más posibilidades de éxito. Así pues, nuestra mente estará despierta para pensar en posibles soluciones ante esa situación, estado que nos ayudará a mantenernos centrados en la solución, no en el “problema”.

      Por el contrario, cuando dicha situación desconocida se afronta con una actitud o pensamiento negativo, nos sentiremos con menos energía para afrontarla, y encontraremos peor las soluciones, ya que estamos consumiendo recursos en protegernos contra todo lo malo que pensamos que puede pasar ante esa situación. Si este proceso sigue por ese camino, es probable que el miedo se apodere de nosotros y que éste desencadene un bloqueo que nos deje paralizados, lamentándonos de algo que ni siquiera ha pasado y, finalmente, sin buscar una solución a una situación que quizá hubiera sido muy sencilla de solucionar.

      Por ejemplo, imaginemos una situación donde el ciclo empieza por un comentario sencillo pero radical hacia uno mismo. Por ejemplo, “No puedo” o “Todo me sale mal.” El siguiente paso, sea cual sea, ya está invadido de negatividad, pues ya hemos declarado que no saldrá bien. Llegado el momento, cuando las cosas efectivamente no nos salgan bien, confirmaremos nuestra creencia y pensamiento negativo, lo cual llevará a más declaraciones radicales negativas. Y así, poco a poco, el círculo vicioso se crea y se reproduce infinitamente en nuestras vidas, creando cada vez más ondas que tocan cada aspecto de su vida.


      El cambio no es sólo necesario sino muy posible. El pensamiento positivo es un hábito que se puede desarrollar y cuyos beneficios son inmensos.